La tecnología que hoy está disponible en la industria de la construcción ha logrado disminuir los tiempos de construcción, mediante estructuras y materiales que permiten edificar con velocidad.
La arquitectura siempre ha sido definida por la tecnología disponible en su momento, desde la vernácula, construida de forma empírica con los elementos disponibles en un área rural, hasta los rascacielos que cambian la morfología de las principales urbes, gracias a la inventiva del hombre, logrando edificaciones de proporciones inconcebibles en el pasado, como el Burj Khalifa, con sus 828 metros de altura. Pero nunca, en algún momento de la historia, la arquitectura ha sido regida como hoy por la tecnología.
Los avances tecnológicos no solo nos permiten hacer grandes edificios o estructuras, u obtener un esnob publicitario en el desarrollo inmobiliario, ahora que los proyectos “sustentables” están de moda.
La tecnología que se ha desarrollado hoy y que está disponible en la industria de la construcción, ha logrado disminuir los tiempos de construcción de forma considerable, mediante estructuras y materiales, donde la prefabricación e industrialización de elementos como losas, trabes y columnas, así como fachadas y recubrimientos, ha reducido el trabajo que se realiza en el sitio, de tal modo que construimos con tal velocidad, que vemos cambios vertiginosos en la fisonomía de las ciudades. Por otro lado, la arquitectura se ha vuelto menos permanente y los edificios se piensan para vivir 40 o 50 años, debido a la facilidad de sustituirlos y la versatilidad que el desarrollo inmobiliario hoy demanda; difícilmente veremos otro Partenón de Atenas que perdure por más de 2,000 años.
El diseño formal en la arquitectura, ha sido determinado por la tecnología que se aplicará en un proyecto. En la actualidad vemos edificios amorfos, con geometrías muy dinámicas e irregulares, que sólo son posibles gracias a los avances tecnológicos tanto en el diseño como en la construcción.
En el diseño, el dibujo asistido por computadora CAD (Computer Assisted Drawing) ha evolucionado al BIM (Building Information Modeling) con el cual se desarrolla un modelo tridimensional que simula el edificio que se va a construir con tal precisión y detalle, que podemos visualizar y representar cada componente de la construcción. Es mediante lo anterior, que podemos conceptualizar, modelar, construir y fabricar elementos y estructuras complejas e irregulares que en el pasado eran imposibles de reproducir.
La construcción, por su lado, no solo se ha beneficiado de la rapidez de su ejecución mediante los elementos prefabricados, sino que, estos, al ser elaborados mediante procesos industriales, pueden tener características que permiten lograr los diseños conceptualizados. Como ejemplo tenemos cubiertas de membranas plásticas o estructuras de madera industrializada que nos permiten cubrir grandes claros con formas dinámicas e innovadoras; recubrimientos de todo tipo para fachadas elaborados con base en metales, resinas, piedras de ingeniería, cristal, con las que logramos formas, colores y texturas de una gran variedad.
Seguiremos viendo entonces, nuevos edificios, con aspectos fascinantes y lenguajes de todo tipo, que responden a la gran variedad de productos con los que contamos.
Aunque al inicio de este artículo menciono de forma sarcástica el “esnob” en el que se ha convertido el diseño sustentable, es innegable que la arquitectura es uno de los principales personajes en la preservación del ambiente y, en este orden, la eficiencia tecnológica es el principal medio para lograr tal objetivo. La arquitectura sustentable es un modo de concebir el diseño arquitectónico de manera sostenible, buscando optimizar recursos naturales y sistemas de la edificación, de tal modo que minimicen el impacto ambiental de los edificios sobre el ecosistema y sus habitantes.
En la actualidad, la construcción cuenta con tecnologías que nos permiten procesar y reutilizar el agua, aprovechar la luz solar o la energía eólica para generar electricidad propia; además, contamos con materiales que son mucho más eficientes en la transmisión de temperaturas, reduciendo los altos consumos de energía que se requieren para acondicionar espacios con las temperaturas adecuadas.
Pero más importante aún que los sistemas y materiales disponibles es el diseño en sí; es decir, que el diseño sea eficiente. La orientación de las edificaciones, utilización de ventilación natural, la incorporación de áreas verdes para controlar la temperatura e incidencia solar, entre otros factores, son fundamentales para lograr el diseño sustentable y es fundamental no depender únicamente de los avances tecnológicos para preservar el ambiente. El buen diseño puede lograr, en algunos casos, los mismos efectos con costos muy inferiores. La calidad de los espacios arquitectónicos y, por lo tanto, la calidad de la vida de las personas que hacen usos de los mismos, ha mejorado con la incorporación de nuevas tecnologías a la arquitectura. La posibilidad de crear parques y jardines en el piso número 20 de un edificio o contar con sistemas, como la domótica, que son capaces de gestionar el uso de energía, seguridad o comunicación dentro de un inmueble, han logrado que el uso del mismo sea mucho más conveniente y confortable para
el usuario.
El High Line, en la ciudad de Nueva York, el cual es un andador peatonal elevado con grandes áreas verdes, es una muestra de cómo la aplicación de la tecnología de las azoteas verdes ha permitido crear un digno espacio urbano para el ciudadano, aislado del tráfico y contaminación visual de una ciudad así. Definitivamente seguiremos viendo una acelerada evolución del desarrollo tecnológico en la arquitectura, lo que representa nuevos retos, pero también oportunidades de crear edificaciones con propuestas innovadoras, que transformen su entorno urbano y que seguirán redefiniendo el lenguaje formal que expresamos aquellos que nos dedicamos a tan apasionante profesión.
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